Pertenezco al guerrero en que se unen lo antiguo y lo nuevo» Last Samurai

He esperado tiempo para escribir sobre mi película favorita, pero nunca es tarde para hacerlo.

Dirigida por Edward Zwick y protanizada magistralmente por Tom Cruise es una obra maestra. A través de este film podemos observar como el pragmatismo ha reemplezado al valor, el interés personal ha ocupado el lugar del sacrificio y el honor no se encuentra en ninguna parte, ni siquiera en los libros de autoayuda.

Este blog se sumerge por unos instantes en la tradición. La formación presencial, tiene su lugar, un papel importante que jugar en el futuro. La tecnología no debe invadir todo el espacio de la formación, del mismo modo que el estilo de vida moderno invadió el Oeste americano, acorralando y condenando a los indios americanos y que también acabó con el Japón tradicional. Las líneas telegráficas y los ferrocarriles que llevaron el progreso en aquel momento y amenazaron de muerte a los valores por los que los samuráis habían vivido.

Cuando estamos delante de la formación presencial, al igual que Algren con los samuráis, nos encontramos, inesperadamente impresionados e influidos. Las fuertes convicciones que se tratan nos recuerdan los valores aprendidos de pequeños en la escuela. La variante de aprendizaje experiencial nos permite descubrir a nuestro grupo de compañeros, amigos, colaboradores e incluso nos enseña a comprender a nuestros jefes. Al igual que Algren le ocurre con Katsumoto, que ve en él a través de la escucha activa y la conversación un ser culto, sensible, abierto, permeable y admirable en sus principios. Las conversaciones con Katsumoto pasan también de una diálogo de captor a prisionero, a otro entre camaradas, y el capitán norteamericano acaba por unirse al samurai en su lucha.

Al final el Emperador decide por sí mismo. Comprende que aunque no puede cerrarse al progreso, tampoco puede renegar del pasado de su país. Al final el capitán Algren «encontró esa medida de paz que todos buscamos y muy pocos encontramos».