Lo complejo es enemigo de lo bueno y la mayor dificultad para hacer las cosas sencillas está en el temor a la pregunta”

En el último post hacíamos una referencia a la pasión y profundidad necesaria para trabajar y sobrevivir en el campo de la formación. En aras de seguir con un esfuerzo en desarrollar una sensibilidad hacía la puesta en valor de la formación, me voy a permitir, con la licencia de mi reputada audiencia, realizar una serie de preguntas para posteriormente llegar a algún tipo de conclusión. ¿Cuáles son los elementos que componen el aprendizaje?  ¿Qué es necesario tener en cuenta para estructurar una acción formativa? ¿Es igual el aprendizaje en adultos?  y, finalmente, quiero llegar a un pensamiento y una idea clave:  ¿Cuál es el futuro de la formación corporativa?, todo sea dicho, es con lo que nos ganamos la vida.

Reconozco que comenzaba este post con una enorme ilusión. Quizá más bien fruto de la gran cantidad de documentación que tenía, como bibliografía, conversaciones con mis compañeros de trabajo, colegas de profesión, formadores, consultores, y también como no decirlo y escribirlo para dar fe de ello, con la ayuda de una gran compañera de trabajo que desde hace algún tiempo tengo la fortuna de colaborar en proyectos comunes y que imparte cursos de formación con una enorme profesionalidad, toda una fuente de sabiduría. Pero al empezar a transcribir estos conceptos la cosa se empezó a complicar. Corolario, esto no va a ser una tarea nada fácil.

Y es que una de las conclusiones de este post es que el mundo, las personas, tenemos un estilo muy particular de aprender, ¿no crees?. En mi caso particular aprendo de las experiencias personales y profesionales, de las conversaciones entre pares, de mis alumnos (un manantial inagotable),  viendo una película, un vídeo en youtube, leyendo los tweets de las personas a las que sigo, de los blogger, de los libros que leo, planificando mi próximo viaje, de la prensa online, de mis sobrinos, de las historias de mis padres, en general, acompañado de la actitud de una de mis competencias innatas, afán de superación, esto es, esfuerzo por seguir aprendiendo.

No sé si es un tema de gallegos o alemanes como decía un compañero en sus siempre brillantes post, pero a la pregunta de  ¿Cómo se aprende?, respondo en “primera instancia”, con otra pregunta ¿Cómo se enseña?, parezco todo un “coach” experimentado. La “sentencia”, no sería admitida a trámite y el juez “con buen criterio” diría que este asunto es cosa juzgada. Incluso algún comentario jocoso iría acompañado a este dictamen inapelable: “Señores” pónganse ustedes a hincar los codos, que no  empinar el codo, ¡ahora mismo! y háganse unos hombres y mujeres de provecho. Quizá por eso nunca me he planteado opositar, con todo el respecto a los señores y señoras que han sacado su plaza con gran esfuerzo y esmero, no es mi estilo de aprender.

Sin buscamos en el baúl de frase célebres sobre el aprendizaje lo dicen casi todo: “Enseñar es aprender dos veces”; “El secreto de la educación, está en el respeto al discípulo”; “Enseñar a quien no quiere aprender es como sembrar en un campo sin ararlo”; “El principio de la educación es predicar con el ejemplo”; “La educación consiste en enseñar a los hombres no lo que deben pensar, sino a pensar”; “No es mejor maestro el que más sabe, sin el que mejor enseña”, ¡joder! incluso alguna de ellas las podríamos incluso aplicar al ámbito personal.

Vamos a dar respuesta a los interrogantes planteados, que me empieza a aflorar mi vena antropológica y me pierdo y divago:

¿Cuáles son los elementos que componen el aprendizaje?

La actitud, es el centro sobre el que pilota los elementos del aprendizaje, si existe, todo es exponencial. La atención, se aprende mucho más y mejor cuando lo que se recibe es interesante, relevante, se estructura de forma sencilla, comprensible y sobre todo, finalmente, resulta de una practicidad aplastante, ¡sabes dónde y cómo utilizarlo!. Es una obligación de los que nos dedicamos a la enseñanza conseguir despertar la atención de los participantes preparando el contenido que tiene que transmitir de tal forma que cumpla estas características. La motivación, influye de manera directa en el aprendizaje. El formador es responsable de indagar para conocer cuál es la motivación de sus participantes y de esa forma utilizar las estrategias más adecuadas. La memoria, de la que ya hablaremos más adelante en un post posterior.

¿Qué es necesario tener en cuenta para estructurar una acción formativa?

Objetivos del Aprendizaje, ¿Qué va a aprender y para qué?; Secuencia/Estrategias para el aprendizaje, ¿Cómo van a aprender?; Recursos didácticos, ¿Con qué?; Indicadores, ¿Cómo y con qué compruebo que están aprendiendo?; El colectivo, ¿A quién va dirigido?, pero una de las claves está en la comunicación interpersonal, dónde, básicamente tenemos que:

Saber escuchar. La tan necesitada escucha activa que sólo es real cuando se ponen los cinco sentidos. Es entender que ocurre, que se siente, que piensa nuestro interlocutor. Dar feedback. Ser claros y concisos. Inmediato. Basado en hechos y datos. Sobre aspectos modificables. Respetuosos y constructivos. Ser asertivivos, “que gran descubrimiento”. Ser abierto a las opiniones ajenas, dándoles la misma importancia que a las propias. Parte del respeto hacia los demás y hacia uno mismo, aceptando que la postura de los demás no tiene porqué coincidir con la propia y evitando los conflictos sin por ello dejar de expresar lo que se quiere de manera directa, abierta y honesta. La empatía. Capacidad de posicionarse en la situación en la que está el interlocutor. Ponerse en la piel del otro, razonar con él, percibir expectativas, necesidades, deseos, preocupaciones, motivaciones. Es querer “proponer”, no imponer, nuestro punto de vista.

¿Es igual el aprendizaje en adultos?

Respondiendo a esta pregunta, las personas estamos siempre aprendiendo, sin embargo no somos conscientes de ello. En ocasiones aprendemos con facilidad y de forma natural y sin embargo, otras veces nos esforzamos y no obtenemos los resultados que quisiéramos.

Esto es debido, entre otros, porque en el aprendizaje influyen aspectos como:

La metodología que se emplea, ¿teoría? y/o ¿método del caso?. La actitud de la persona que aprende, te imponen la formación o estás interesado personalmente. El entorno, ¿en aula? y/o ¿workscape? en el puesto de trabajo. Las circunstancias, urgencia y necesidad.

¿Cuál es el futuro de la formación corporativa?

En las organizaciones que tienen vocación de líderes, la llamada búsqueda del talento y el conocimiento se han convertido en clave de prioridad estratégica. Contar con profesionales comprometidos, abiertos  a los cambios y con capacidad de aprendizaje continuo para dar respuesta a las necesidades internas, es clave. Vivimos en tiempos de cambios contínuos. Sólo hay que darse una vuelta por el cine y sumergirse en la película “la red social” para darse cuenta de estas intensas transformaciones que están ocurriendo a todos los niveles.

Los departamentos de formación tienen que evolucionar desde conceptos ya “tradicionales” como el “elearning” hacia el “social learning” . La consolidación de internet como algo natural dentro de las generaciones digitales ha traído nuevas formas de intercambio de formación e información en comunidad. Se ha recuperado, como dice Harold Jarche,“la dimensión social que formaba parte de la cultura tradicional del aprendizaje”. Se habla ya del capital conversacional dentro de las empresas, como dice Jay Cross, “Conversation has magic to do it. Dialogue is the most powerful learning technology on earth. Conversations are the stem cells of learning, for they both create and transmit knowledge” .

Todos estas preguntas tendrán que tener una respuesta que surgirá en el camino iniciado hacia otras formas de aprender como el aprendizaje alumno – alumno, uno de los grandes retos que tenemos los profesionales de formación. Todo esto aderezado con una fusión de los espacios de trabajo y la formación. ¿Llegará el WorkScape como algo natural?. Las claves del futuro estarán en el aprendizaje autodirigido y el aumento intensivo e inteligente de la colaboración.

Como inicio, finalizo:

«Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida» Pitágoras.